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Un Caldo con Historia y Sabor Ancestral

  • Foto del escritor: ANA REGINA JIMENEZ CABRERA
    ANA REGINA JIMENEZ CABRERA
  • 26 mar
  • 1 Min. de lectura

El pozole, ese caldo reconfortante que nos reúne en celebraciones y días fríos, tiene raíces profundas en la historia de México. Su origen se remonta a la época prehispánica, mucho antes de la llegada de los españoles.


Un Origen Prehispánico

El nombre "pozole" proviene del náhuatl "pozolli", que significa "espumoso", en referencia a la forma en que revienta el maíz cacahuazintle durante la cocción. En sus inicios, el pozole era un platillo ceremonial, consumido en rituales y ofrendas. Según crónicas como el Códice Florentino, el pozole original se preparaba con carne humana, como parte de rituales religiosos.


La Transformación con la Conquista

Con la llegada de los españoles, la receta del pozole se transformó. La carne humana fue sustituida por carne de cerdo, un animal introducido por los colonizadores. A partir de entonces, el pozole se convirtió en un platillo más común, aunque conservó su importancia en celebraciones y festividades.


Variedades y Tradiciones Regionales

  • A lo largo de los siglos, el pozole se ha adaptado a los ingredientes y gustos de cada región de México, dando lugar a una gran variedad de estilos:

    • Pozole blanco: Típico de estados como Sinaloa y Nayarit, se caracteriza por su caldo claro y sencillo.

    • Pozole rojo: Originario de Jalisco y Michoacán, obtiene su color y sabor de chiles secos como el guajillo y el ancho.

    • Pozole verde: Característico de Guerrero, se prepara con pepitas de calabaza, tomatillo y cilantro.


El pozole, más que un platillo, es un símbolo de la riqueza cultural de México, un legado ancestral que sigue deleitando nuestros paladares.

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